Tranquilos, ése, va terminar en la cárcel y no es porque estemos en un avance moral, sino porque su sistema político está manchado de muchísima sangre, y de alguna forma la Ley lo demostrará. Ustedes saben de quién, estoy hablando. Y les moleste.

Para superar a un granuja como Uribe jamás tendría que haber sido presidente. A un paramilitar con antecedentes sangrientos y aún así, lo defienden. Yo no defiendo a ningún político, porque ya con ese título dice mucho ya sea de izquierda o derecha.

Estoy seguro que me llevarán la contraria y dirán que estoy enamorado de Uribe pero que nos deje descansar que maravilla no verlo más. Es que no hablara más, no atropellara a los demás, pues hombre que se mantenga en la sombra, que nos evite el desagrado de su presencia.

¿Es una buena patria ciega, envilecida, retrograda, oscurantista, mentirosa, criminal, con una política inservible? Primero que todo tendríamos que reproducirnos menos y con políticos que sirvan para algo, que eso si lo veo difícil.

Muchos me preguntan por qué no me quito la vida y yo les respondo siempre lo mismo para no darle gusto a los que me detestan que son muchos, y porque no me siento acorralado.

¿Me imagino que ustedes saben quién es el espíritu santo? Yo lo tengo claro. El que salvó a Uribe de las FARC. Pues él lo dijo.

Aquí en Colombia hay mucha hipocresía. De ello han vivido toda su vida. Cuando no hacen marchas en contra de un presidente de derecha lo es en contra de un presidente de izquierda. No saben ni dónde están parados, son ridículos.

El tiempo barre con todo y las costumbres. Así, de cambio en cambio, paso a paso, van perdiendo las sociedades la cohesión, la identidad, quedan hechas unas colchas deshilachadas de retazos.

En la política de Colombia es más alto de estatura física que de moral. Ah, yo no sé. Ustedes sabrán.

Cuando tú vuelves a Colombia la otra mejilla, de un segundo trancazo te acaban de desprender la retina. Y una vez que no ves, te cascan de una puñalada en el corazón.

Repito para que no se les olvide. Con eso de que aquí, en este país de leyes y constituciones, democrático, no es culpable nadie hasta que no lo condenen, y no lo condenan si no lo juzgan, y no lo juzgan si no lo agarran, y si lo agarran lo sueltan.

Marihuana no es lo que fuma, es algo más fuerte o está enamorada del enano, que tiene el corazón igual que su estatura.

Yo no estoy a favor de ningún político ni de aquí, ni de ningún país. Ni de izquierda, ni de derecha pero señora Cabal, usted tiene que estar loca para decir que Uribe ha sido uno de los mejores presidentes.

En Colombia hay una escala de riesgo, aunque no sé exactamente qué lugar ocupo en ella, ni me importa.

Sé que hay varios que me quieren porque me lo dicen. Y si algunos se molestan con mis libros, qué bueno pues para eso los escribo, para molestarlos. En cuanto al riesgo, en Colombia todo el mundo está en riesgo de que lo maten en cualquier momento.

Qué se puede esperar de un país que se acostumbró a las mañas de tipos como Pablo Escobar y Álvaro Uribe.

Las marchas en un país que no sabe ni para dónde va, ni para dónde viene no sirven. En Colombia una marcha lo único que hace es hundirlo, lo confunden, se matan entre ellos, como lo han hecho siempre.

Si hay algo adentro de uno es el caos. Y si hay algo afuera de uno, que es el país y que lo vuelve un caos, son sus políticos.

Cada día que pasa soy más pesimista porque veo con mayor claridad. Cuando comprendí el fenómeno biológico se me empezó a derrumbar la esperanza.

Mis libros no son ficción, son la estricta verdad. Todo lo que aparece en letra de molde es verdad siempre y cuando los procedimientos del escritor no revelen lo contrario, que miente. Por eso todas las novelas de narrador omnisciente son mentirosas.