Mi admiración a la Fundación Humanizando la Sanidad @FHSsanidad por su contribución a la salud. Pienso en las palabras de la poeta Maya Angelou: “Nos olvidamos de lo que nos dicen, también nos olvidamos de lo que nos hacen, pero nunca nos olvidamos de cómo nos hacen sentir”.

Gracias a ti Anatxu. Tu saber y creatividad se palpan, una vez más, en esta serie exquisita de diálogos y vivencias íntimas que desvelan el poder y el encanto de tus entrevistas. Gran abrazo.

Gracias a la Fundación Humanizando la Sanidad. Para mí será un placer y un gran honor colaborar y promover la empatía como un ingrediente esencial de la asistencia. Hasta pronto. Gran abrazo!

Si leemos las notas que dejan atrás personas que tomaron la decisión de quitarse la vida,veremos que unas aspiran a unirse con seres queridos ya muertos,otras buscan justicia o saciar el desquite y muchas ansían alivio y paz; pero todas anhelan volver a existir de alguna forma.

Durante la infancia y adolescencia creamos nuestro “retrato de amor” con las caras y maneras de las almas que nos cuidan y cautivan. Ese retrato escondido va a ser la causa de esos flechazos que súbitamente sentimos cuando nos cruzamos con ciertas personas a lo largo de la vida.

En los 50+ años que llevo trabajando en la salud del pueblo neoyorquino he aprendido dos lecciones: 1) que la solidaridad humana posee un inmenso poder restaurador ante las peores adversidades; 2) que, a fin de cuentas, el mejor negocio que existe es el bien común.

En los grandes desastres quienes en su escapada toman la iniciativa y centran su atención en rescatar a otros, se protegen mejor de la confusión y el pánico y tienen más probabilidades de salir con vida.

¿A que nos traen al mundo sin nuestro permiso? No elegimos el momento, ni el lugar, ni los genes, ni la familia, ¡nada! De ahí que a la hora de vivir ilusionados sea tan importante orientarnos, conectarnos, conocernos, adaptarnos y luchar para superar los obstáculos en el camino.

Lo espeluznante de la divinización de la violencia es que quienes enarbolan el nombre de Dios para exterminar a sus rivales no tienen reparos a la hora de matar sin piedad y al por mayor. En sus mentes, matar por causa divina les garantiza una vida eterna y feliz en el más allá.

Ayer crucé la meta del maratón de NY a duras penas (5h,47m y 25s). Como vencedor lento, la satisfacción fue inmensa. Pero los gritos solidarios ¡GO Luis GO! de los sonrientes espectadores se transformaron en mi mente en la fuente de energía vital indispensable.

En estos tiempos de violencia e incertidumbre es importante animar a los niños pequeños a contar sus miedos, dibujarlos o representarlos con muñecos; escucharles, contestar a sus preguntas y asegurarles con sencillez la protección de sus padres, familiares y cuidadores.

A la hora de adivinar el bienestar mental de una persona, la mejor pista es saber en qué medida sus soliloquios reflejan una autoestima positiva, un talante esperanzado, un control razonable de su programa cotidiano y un sentimiento de que la vida, en su conjunto, merece la pena.

Lee aquí las palabras de Luis Rojas Marcos, galardonado en los primeros 'Premios 20minutos': 'La salud es el estado de completo bienestar físico, psicológico y psiquiátrico. Olvidamos la parte emocional' ver.20m.es/bf96d2 Por @clara_pinar #premios20minutos

Incrustadas en mi memoria, las escenas del 11S adquieren un tinte surrealista cuando visualizo los últimos mensajes de tantas víctimas que, desde las Torres, empuñaron sus móviles para despedirse de sus seres queridos con un “te quiero”, “cuídate mucho”, “sé feliz”, o “un beso”.

Nacemos con doble nacionalidad.Aunque preferimos usar el pasaporte del país de la salud, un día nos vemos obligados a declararnos ciudadanos de la enfermedad.Pero ese lugar de dolor y dependencia se hace más llevadero si contamos con la humanización de los cuidados hospitalarios.

Culpar a las víctimas reconforta a los testigos, pues les libra de enjuiciar a los agresores y rechazar los valores sociales y costumbres que fomentan los abusos. Las víctimas culpadas de su derrota sufren el doble: la agresión original y la insolidaridad de los espectadores.

Mi vecino que sufría Alzheimer ha muerto. Pero sus gritos inexplicables siguen vivos en mi mente. Si un día me invadiese esta demencia incurable, me consolará saber, antes de perder mi “yo”, que tengo en mis manos -o en las de un ser querido fiable- el control de mi ultimo adiós.

Pese a que una vida larga y productiva es el destino de la mayoría, a menudo marcamos a los mayores con un estigma deshumanizante de deterioro. Esto explica que resulte tan difícil erradicar los prejuicios sobre el envejecimiento, tanto en la sociedad como en nosotros mismos.

Gracias Rocío por animarme a hablar y compartir. Gran abrazo. Luís

¿Verdad que nos sentimos más responsables de nuestros éxitos que de nuestros fracasos? Solemos atribuir nuestros logros a la propia competencia y los fallos a la mala suerte.Sin embargo, pensamos que nuestros semejantes triunfan por la buena suerte y pierden por su incompetencia.